Al Voltear al cielo al anochecer o amanecer, quizás puedas ver un punto brillante moviéndose. No es una estrella, sino un satélite que se encuentra en orbita alrededor de la tierra. Los satélites han llegado para evolucionar por completo la comunicación, retransmitiendo llamadas telefónicas, programas de televisión y conexiones a internet.
Llamados satélites geoestacionarios, estos artefactos orbitadores fueron ideas del escritor Arthur C. Clarke. Que En 1945 Clarke propuso lanzar satélites a 35,900 km, dando la vuelta a la tierra justo una vez al día, en su momento se tomó como una burla la idea, pero 20 años después, el satélite Early Bird empezó a cumplir este sueño, retransmitendo llamadas telefónicas e imágenes de televisión tal como él lo previó.
Provistos de paneles solares desplegados, los satélites de comunicación son como estaciones de radio en orbita que retransmiten señales de microondas entre estaciones de tierra en lados opuestos del planeta. La gravedad de la tierra los mantiene en orbita, impidiéndoles cerrar en el espacio.
En la actualidad, este tipo de comunicación puede imaginarse como si tuviésemos un enorme repetidor de microondas en el cielo. Está constituido por uno o más dispositivos receptor-transmisor, cada uno de los cuales escucha una parte del espectro, amplificando la señal de entrada y retransmitiendo a otra frecuencia para evitar los efectos de interferencia.
Los satélites transformaron rápidamente nuestra forma de comunicarnos, tiempo después más ya portaban más de dos tercios de las llamadas telefónicas internacionales del mundo entero. Hoy dependemos de satélites para hacer y recibir llamadas telefónicas o ver diversos contenidos, logrando una comunicación más inmensa, gracias al satélite.